TVi+ | Cultura – Jesús Zarazúa Rangel 

La canícula es un periodo de aproximadamente 40 días en el que se presentan temperaturas altas y en el que bajan las probabilidades de lluvia. Tal fenómeno comienza pocas semanas después del inicio de verano, a mediados de julio.

La palabra deriva de “canes”, que significa “perros”, y su alusión al fenómeno de calor abrasivo tiene una base astronómica, ya que se refiere a la constelación del Can Mayor (Canícula) y su estrella Sirio “La Abrasadora”, cuya primera aparición en el horizonte coincidía con el fenómeno de calor excesivo. Se cuenta que nuestros antepasados creían que cuando esto ocurría la mencionada estrella sumaba su calor al mismo del Sol, y daba lugar al período más cálido y menos lluvioso del verano, además la creencia es que en esta época los animales son más ponzoñosos, para ello les dejo aquí unos relatos.

El alacrán

Juan salió corriendo, ninguno de los presentes, supo por qué, sólo se alcanzó a ver el polvo que sus huaraches, luego a lo lejos, pegadito a la cerca se oyó que Juanito su hijo de cinco años lloraba.

El niño desde temprano salió, corrió rumbo al corral de la chivas y se trepó en la cerca, aventaba piedras hacía adentro, luego se bajaba y se volvía a subir, movía las piedras una y otra vez, luego de pronto reía.

–Vengan chivitas – gritaba y movía la mano, luego aventaba una que otra piedra.

Juan se había quedado con Luisa, almorzando, ya había regresado de la milpa. Está muy seco –le repitió varias veces, el calor entró con todo, el tiempo está completamente enjuto, las hojas del maicito ya empiezan a ponerse amarillos.

Ya lloverá –le respondió su mujer mientras volteaba la tortilla que estaba sobre el comal que ya estaba caliente por las brasas que rojas llenaban aquella cocina de calor.

Luego los dos oyeron llorar al niño, Juan aventó la mesa para salir más rápido, Luisa, salió tras de él sin saber qué había pasado.Le pico un alacrán le dijo Juan a su mujer mientras con el pie lo pisaba embarrándolo sobre una de las piedras. Luisa se persignó. Ay dios mío – murmuró –ha de estar bien ponzoñoso pues estamos en plena canícula.

Corrieron hasta la casa donde le dieron al niño un diente de ajo para alivianar los efectos del veneno y le untaron otro más en el pie.

El Alicante 

Delfina todos los días se levanta muy temprano para tener los frijoles de la olla recién cocidos, pone en el poyo la leña que Jesús ha arrimado desde la noche, toma el nixtamal que por la noche ha preparado, coloca un comal, acerca una mesa, y lo empieza a moler, más tarde, toma la masa y con la prensa durante unas dos horas se pone a hacer las tortillas. Ya para las once de la mañana, toma una canasta, echa las tortillas, los frijoles y se va hasta la milpa donde Jesús, ya está trabajando en los quehaceres de la milpa.

Ella se apresura porque tiene niño chiquito y al regreso le amamanta.

Jesús, que desde las cuatro de la mañana se levanta, toma su machete, se cuelga su guaje, un morral, se abrocha sus huaraches y se encamina con rumbo a las tierras donde siembra maíz, frijol y una que otra calabaza; ya clareando, se acerca a los magueyes que están por la cerca de la cabecera de la milpa, saca el acocote que trae en el morral, quita la piedra que evita que los tejones se tomen el agua miel, le absorbe hasta que puede llenar su guaje. Toma el aguamiel, y es que ya tiene buen rato labrando, moviendo la tierra, quitando hierba. Deja que los bueyes descansen, los acerca al tajo para que tomen algo de agua.

Hoy cuando Delfina se fue, se quedó mirándola, vio cómo se alejó de la milpa, se fue haciendo chiquita, cada vez más chiquita, hasta que se perdió en la ladera. Jesús, oyó unos chiflidos. ¿Quién chiflara? –se preguntó. Luego siguió en la labor. Más tarde cuando llegó a la casa, se dio cuenta que todo estaba muy silencio, ningún ruido. Se asomó por un lado y por otro. Luego al llegar al cuarto donde en la cama duerme el niño chiquito, vio como el alicante colgado en la viga que sostiene las tejas, le mama a Delfina, y ella, recargada en la almohada. ¡Con razón el niño se ha vuelto chillón! –Pensó Jesús –ese alicante la duerme con los chiflidos cuando amamanta al niño, y luego le mama, esos chiflidos que oí han de ser de ese mismo animal que la espía.

Jesús esperó a que el alicante se le despegara a su mujer, luego, tomó el machete y le cortó la cabeza, cuando Delfina despertó, preguntó qué eralo que pasaba, a lo que Jesús con una sonrisa sólo le contestó, calma mujer, a pesar de la canícula, ese alicante, no estaba ponzoñoso.

La culebra

Apenas comenzaba el mes de julio, desde unas semanas antes había empezado a llover, Eustolia estaba muy contenta porque parecía que ese año, la milpa si daría el maicito que tanta falta les hace para vivir. Nicanor andaba apurándose en la milpa, todos los días habían caído aguaceros, ya el bordo de Agua Zarca estaba por desbordarse, aun así, veían las lluvias como una bendición y es que los años pasados, no se había dado nada por causa de la sequía, pero ese año era otro cantar.

Toda la noche llovió. Ya en la madrugada cuando Nicanor se levantó para ir a la milpa, menguó un poco, aun así se fue, mojándose las ropas,

caminó por la vereda del arroyo hondo, esa misma que va hasta al bordo, la lluvia se fue acabando hasta que quedó una llovizna nada más que le permitieron hacer el trabajo.

Ya como a los cuatro de la tarde, cuando volvía para comer, empezó la tronadora, los rayos, el aire, es una culebra –pensó Nicanor. Apretó el

paso, atravesó la milpa. Casi iba llegando a su casa cuando Eustolia salió al paso.

-Apúrale Nicanor –gritó desde la puerta –que se viene la culebra.

Comenzó el aguacero, la culebra de agua se veía sobre la casa de Nicanor y Eustolia quien fue a encerrar los niños al cuarto grande, luego ella se fue para la cocina mientras el cielo oscurecía y las ventanas de madera se azotaban por el fuerte viento. Prendió el cirio de cuando hizo su primera comunión, rezó la magnífica y luego se fue con su marido a sentar en la mesa.

-¡Qué fuerte está la lluvia mujer! –Le dijo él –va a arrancar ese aire losmaicitos que ya están crecidos.

-Esperemos que no –le contestó ella.

-Ya viene la canícula –dijo él- esperemos que no se vaya a ir la lluvia, ya ves que luego cuando truena mucho se espanta, esperemos que siga lloviendo, no así de feo, luego el hombre tomó dos cuchillos de la cocina, salió al patio, hizo una cruz y los clavó en la tierra. Unos minutos después la culebra ya se había ido, sólo quedaba un poco de lluvia, ya sin viento.

Eustolia, fue y apagó el cirio, se persignó –Ojalá que la canícula no vaya a ser seca –dijo entre sus oraciones murmurando, luego fue a la cocina para acompañar a Nicanor.

La trompa de puerco

Iba maría caminando cerca del pozo, andaba jugando con su hermana Carmela, escribían frases en las pencas de los magueyes y en las de los nopales, jugaba a que era poeta, así que inventaba las frases. Mientras jugaban, veía las mariposas volar, escuchaba los cenzontles, oía el tintinear del agua del arroyo que se mezclaba con tap, tap, de los pájaros carpinteros haciendo hoyos en el tronco de los eucaliptos. Juntaban anís, lo olían, sacaban de la tierra las jicamitas, veían los mayitos, juntaban las maravillas de las orillas de la milpa, quitaban una que otra rama de castinini para barrer los nopales y quitarles las espinas para poder escribir.

Andaba María juntando cochinilla de los nopales para pintarse la cara cuando de debajo de una piedra una trompa de puerco salió y le mordió.

Le picó una trompa de puerco –gritó Carmen para que alguien le fuera a ayudar. Su mamá llegó, llevaron a María a la casa, le empezaron a lavar con jabón la pierna. María lloraba mucho, se agarraba de su mamá y le decía, yo nomás andaba juntando la cochinilla de los nopales para pintarme la cara.

Cuando llegó su papá, le platicaron lo que había sucedido, él sólo dijo, qué mal, estamos en canícula cuando todo es más ponzoñoso, hay que ira ver a doña Salvadora, que su hija está embarazada, para que le unte saliva en la picadura, dicen que la saliva de embaraza es más fuerte que el veneno. Llevaron a María hasta la casa donde aquella mujer de seis meses de embarazo se hallaba, ésta sin pensar escupió en su mano y ella misma le untó saliva en repetidas veces. Después de un rato, la hinchazón bajó, María se quedó dormida. Doña Salvadora les dijo, pues ya está, la saliva parece que va a ser su efecto, pero como le picó la trompa de puerco en canícula, dicen que cada año le retoñará la mordida, así que procuren que cada vez que eso pase, haya cerca una mujer embarazada para que le unte la saliva, contra eso ningún animal puede, aunque estemos en canícula.