Doctor Mora – Antonio Gutiérrez Trejo
El sol comenzaba a caer cuando el cuerpo de Alex regresó al lugar donde todo comenzó: su natal Tierra Prieta. A bordo de una carroza que avanzaba lentamente, fue recibido por una caravana de amor, dolor y memoria. Eran alrededor de 350 personas, entre familiares, amistades, vecinos y un numeroso grupo de motociclistas, quienes se reunieron en la comunidad de Loma de Buenavista para recibir y acompañar al joven de 17 años en su último recorrido hasta el sitio donde nació y donde, este miércoles, volvió ya sin vida, pero convertido en héroe.
Alex falleció el pasado sábado en condiciones que aún tejen dudas. Su partida ha estremecido profundamente a su comunidad, no solo por lo repentino del hecho, sino también porque su generosidad permitió dar vida a otros: sus órganos fueron donados y, gracias a ello, hoy varias personas tienen una nueva oportunidad para seguir viviendo.
El cortejo avanzó entre lágrimas, rezos, silencios rotos por los sollozos y globos blancos. El dolor era inmenso, pero entre esa pena también florecía un orgullo imposible de esconder: el de haber tenido entre ellos a un joven con el corazón más grande que su edad. Un muchacho que, incluso en la muerte, eligió ayudar.
En medio de esta despedida profundamente humana y simbólica, la familia de Alex alzó la voz. Piden justicia. Claman a la Fiscalía General del Estado que esclarezca las causas de su fallecimiento, pues aún hay preguntas que duelen más que las respuestas. La tristeza no les impide exigir verdad.
El regreso de Alex a Tierra Prieta no fue un adiós, sino una reverencia. Su comunidad lo despidió con el respeto y el amor que se le rinde a los grandes, a los que dejan huella, a los que dan sin pedir, a los que trascienden.
Hoy, mientras su historia conmueve a Doctor Mora y más allá, Alex se convierte en símbolo de generosidad, pero también en emblema de una lucha que apenas comienza: la lucha por la verdad.










