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Todos alguna vez hemos tenido un amor imposible, alguien que hemos idealizado y admiramos, una persona inalcanzable que llamamos con mucho cariño crush.
¿Qué pasa en nuestra cabeza cuando tenemos ese enamoramiento? El cerebro genera un neurotransmisor llamado dopamina y se produce proporcionalmente al grado de deseo que se tiene por esa persona, señaló Eduardo Calixto, catedrático de la Facultad de Psicología de la UNAM.
En una relación donde existe reciprocidad, el cerebro genera oxitocina, una hormona que crea el apego con una pareja. Pero “esto no sucederá con alguien con quien no se tiene una relación de pareja”.
Cuando se tiene un crush, el enamorado piensa que en algún momento logrará tener la atención de la persona amada y así se motiva para seguir en esa dinámica. Aunque al final sabe que nunca obtendrá la relación deseada.
Por esta razón, “los amores platónicos no duran más allá de un año, que es cuando existe en el cerebro una interacción fuerte que nos hace perder la cabeza y hacemos cosas que sabemos no están bien”.
A todos nos encanta liberar dopamina, disminuir la lógica, la congruencia y la objetividad. Sin embargo, “este tipo de relaciones nos enseñan cómo vincularnos en algún momento y buscar la reciprocidad. Cuando esto no se logra, automáticamente el cerebro cambia la dinámica de la interacción”.
No obstante, existen algunas relaciones que pasaron de un amor imposible a una relación estable. “Estamos hablando de un enamoramiento que fue logrado y se da en algunos casos”.
Cuando existe un proceso de reciprocidad, es decir, una relación de pareja, el enamoramiento regularmente dura tres o cuatro años y si es bien llevado puede persistir toda la vida.
La triste historia de aprender a la mala
En general, una persona se enamora hasta siete veces en una relación recíproca, pero si se trata del amor platónico lo tendrá de cuatro hasta cinco veces.
“La tragedia del cerebro es que todos sin excepción, en algún momento de la vida, vamos a tener un crush”. Se darán con mayor frecuencia antes de los 25 años, cuando los amores son muy significativos y muy dolorosos.
Aunque después de esta edad, el cerebro aprende de estos amores. Por ejemplo, “cuando alguien te dice: ‘no te quiero’, inmediatamente el cerebro reflexiona y se pregunta ¿entonces por qué estamos juntos?”
Desde el aspecto neuroquímico cerebral ponemos más atención a los efectos adversos, a las negativas y a la vergüenza. Lo negativo activa más redes neuronales que lo positivo, es decir, nos hace aprender más, porque activamos más neuronas y queremos evitar consecuencias negativas.
Por eso, cuando un crush no se logra “nos enseña mucho porque generalmente hay una sensación de deseo muy grande para realizarlo, y al descubrir que no se puede y duele, el cerebro evita repetirlo, ya sea con la misma persona o con otras”.
Conforme pasan los años de nuestra vida, los niveles de dopamina -el neurotransmisor con el cual nos enamoramos- disminuye gradualmente.
Por esto, los primeros enamoramientos – sobre todo del amor platónico – son más probables en los jóvenes, cuando no tienen experiencia con las relaciones y nadie les explicó cómo funciona.
Un crush siempre va de la mano con la liberación de dopamina y con la inmadurez de la corteza prefrontal, que poco a poco evoluciona y se va conectando.
El efecto Romeo y Julieta
Cuando un crush está enfocado en un artista o actor famoso, queremos comprar todos los pósters, discos, ropa y queremos parecernos a esa persona admirada para vincularnos de alguna forma con ellos.
En este contexto, el internet ha creado una respuesta inmediata, es más fácil saber de esa persona y queremos una relación, aunque no exista reciprocidad.
La realidad es que todos en la vida hemos experimentado o hemos sido testigos de un amor platónico. Cuando un amigo o amiga tenga ese proceso, debemos ser empáticos porque de no serlo, se genera el efecto Romeo y Julieta, que resulta en una obsesión más grande y se niega el proceso.
Cuando le decimos a esa persona: “no es para ti y no sabe de tu existencia”, paradójicamente se libera más dopamina en su cerebro y el enamoramiento hacia el crush se incrementa y terminan más vinculados, porque no logran separar la realidad del objetivo.
(Con información de la Gaceta UNAM)