Estatales – Redacción
Guanajuato atraviesa uno de los años más violentos de su historia reciente. En apenas seis meses de 2025, se han registrado al menos nueve masacres en distintos municipios del estado, la mayoría de ellas vinculadas al crimen organizado. Ataques armados en canchas deportivas, fiestas patronales, funerales y mercados han dejado un saldo de decenas de personas asesinadas, entre ellas mujeres, jóvenes y menores de edad.
La violencia ha tenido como principales escenarios los municipios de Irapuato, Celaya, Salamanca, León, Apaseo el Grande, San Felipe y Cortazar, donde las pugnas entre el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Santa Rosa de Lima han recrudecido la crisis de seguridad.
Masacres que estremecen
El 6 de enero, tres comerciantes fueron ejecutados en la Central de Abastos de Celaya. El 24 de enero, un ataque a una tortillería en Jerécuaro dejó cuatro muertos tras más de 70 disparos. Un día después, sicarios irrumpieron en una boda en Salamanca, asesinando a dos personas e hiriendo a más de una docena.
Febrero fue un mes sangriento: el día 3, un velorio en León fue atacado a tiros. El 19, otro funeral en Irapuato dejó dos muertos y 12 heridos. Apenas días después, el 23 y 24 de febrero, se registraron tres masacres en 24 horas en Cortazar, San Felipe y Pénjamo, con saldo de al menos 15 personas asesinadas.
Marzo no fue distinto. En Salamanca, entre el 16 y 17 de marzo, dos ataques consecutivos en canchas deportivas dejaron 15 muertos y varios heridos, muchos de ellos jóvenes que jugaban fútbol al momento del ataque. En Apaseo el Grande, el 6 de marzo, siete personas fueron asesinadas en un panteón durante un sepelio.
El 19 de mayo, en la comunidad de San Bartolo de Berrios (San Felipe), un grupo armado atacó a los asistentes de una fiesta religiosa, matando a siete personas, incluidos dos menores. El hecho fue atribuido al Cártel de Santa Rosa de Lima.
En junio, la violencia se intensificó. El 20 de junio, un conflicto familiar en un rancho de León terminó en una masacre: un hombre asesinó a cuatro familiares y luego se suicidó. Tres días después, el 23, en Celaya, una familia fue acribillada en su casa, dejando cuatro muertos y una mujer gravemente herida.
Finalmente, el 24 de junio, durante una fiesta patronal en Irapuato, un grupo armado abrió fuego contra los asistentes, matando a 12 personas e hiriendo a 20 más, en uno de los ataques más mortales del año.
Causas y contexto
Las masacres tienen su raíz en la disputa territorial entre el CJNG y el Cártel de Santa Rosa de Lima, quienes pelean por el control del robo de combustible, la extorsión, el tráfico de drogas y otras actividades criminales.
Según cifras oficiales, Guanajuato concentra más del 15 % de los homicidios dolosos en México, con más de 1,400 asesinatos registrados de enero a mayo. A pesar de operativos y presencia de fuerzas federales, los grupos armados siguen operando con alto poder de fuego e impunidad.
Además, han aumentado los ataques en contextos sociales: funerales, bodas, canchas y fiestas patronales se han convertido en blancos de la violencia, afectando a civiles inocentes y sembrando el miedo en comunidades enteras.
La respuesta del Estado
Autoridades estatales y federales han implementado operativos especiales, incluyendo cateos, despliegues de la Guardia Nacional y acciones de la Fiscalía General del Estado. Sin embargo, los resultados han sido limitados, y la ciudadanía exige acciones más contundentes y resultados visibles.
La crisis también ha tenido implicaciones forenses: tan solo en mayo, se localizaron 17 cadáveres en un operativo en Irapuato, lo que confirma el uso de fosas clandestinas en la región.
Una herida abierta
La violencia en Guanajuato sigue dejando una estela de muerte, miedo y dolor. Las masacres no solo reflejan el poder del crimen organizado, sino también la fragilidad del Estado para garantizar la seguridad y la justicia. Mientras tanto, las comunidades viven bajo la sombra de la incertidumbre, esperando que las promesas de paz se traduzcan, por fin, en resultados.
