Nacionales – Redacción

El presidente Andrés Manuel López Obrador exigió al gobierno de Estados Unidos una disculpa pública por las filtraciones informativas de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) que, sin pruebas, dieron pábulo a un periodista para un reportaje sobre una presunta aportación del narcotráfico a su campaña en 2006. El mandatario denunció que la trama para suministrar información a un mercenarioinvolucra no sólo a la DEA, sino al Departamento de Estado, algo de lo que su homólogo Joe Biden debería estar al tanto. Cuestionó cómo se van a llevar las pláticas de alto nivel en torno a migración, combate al trasiego de estupefacientes y fentanilo, si una instancia de ese gobierno está divulgando calumnias que lo dañan no a él, sino a su investidura.

En menos de 24 horas, el periodista Tim Golden, autor de la nota, admitió que ésta no ofrece ninguna evidencia que apunte en la dirección indicada por el titular, pero rehusó disculparse por sugerir algo tan grave sin contar con pruebas que lo respalden. Asimismo, se reveló o ingenuo o hipócrita al descartar que los tiempos electorales de México se hayan considerado al realizar la investigación, editorializar su enfoque y decidir el momento de publicarla. Por su parte, el Departamento de Justicia estadunidense (DOJ) informó que la investigación fue concluida y cerrada hace 13 años porque ni los agentes ni los fiscales pudieron aportar elementos que sostuvieran las sospechas, defendió la colaboración de las actuales autoridades mexicanas en la lucha contra el crimen organizado, y tuvo que deslindarse de la DEA al reiterar su respeto a las políticas internas de México. Incluso el ex director de la DEA Mike Vigil (quien ha sido crítico con el presente gobierno mexicano) aseguró que el reportaje es un ataque personal contra el Presidente, y que no hay ninguna evidencia de que López Obrador tenga o haya tenido vínculos con el crimen organizado. Asimismo, lamentó la irresponsabilidad de publicar algo sin sustento que dañará de manera inevitable la cooperación binacional en el combate al narcotráfico, y debilitará aún más la posición de la agencia.

El choque de posturas entre la DEA y el DOJ refleja el desorden imperante en la administración demócrata y en la institucionalidad estadunidense en general, la cual se ve afectada por fuerzas centrífugas que minan sus capacidades, con sectores del Estado empujando agendas propias a expensas de la Casa Blanca y de los propios intereses de la superpotencia.

(con información de La Jornada)

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