San José Iturbide – Redacción
Mucha gente lo ubica: “Ah sí, El Chipe, siempre lo sueltan, a un primo le iba a robar su estéreo pero lo cachó en la movida”, dice un joven de alrededor de 20 años, quien pidió guardar el anonimato y que habló con un reportero de este medio cuando en un negocio se habló de la detención más reciente de Marco Uriel ‘N’, esta mañana cuando personal de la secundaria Porvenir lo sorprendió al interior del inmueble con presuntas intenciones de robar.
Apenas el pasado 5 de marzo por la madrugada fue detenido cuando conducía una motocicleta robada, y una vez que los medios locales dieron a conocer la nota, los comentarios en redes sociales eran los mismos que el joven de hoy: “siempre lo sueltan”.
Sin embargo, aunque el sentimiento general es de frustración por la liberación de Marco Uriel y varios otros reincidentes, poco se reflexiona sobre la importancia de acudir a denunciar, ya que sin ese procedimiento legal, las autoridades municipales se ven en la necesidad de liberarlos de acuerdo con lo establecido en el Artículo 40, fracción II en el capítulo V, del Reglamento de Policía para el municipio de San José Iturbide, que establece un arresto de hasta 36 horas, por violaciones a diferentes artículos del citado reglamento.
Y usted se preguntará ¿pero por qué los sueltan? La respuesta es sencilla: aunque hayan sido descubiertos en flagrancia, nadie los señala ni denuncia, por lo cual no hay delito que perseguir al tratarse de infracciones consideradas como no graves, como sí lo son el homicidio, delitos contra la salud u otros, que se persiguen de oficio.
Las autoridades municipales siempre solicitan a la población que acuda a levantar la denuncia correspondiente, pues de lo contrario la labor preventiva y de vigilancia de la policía municipal, resulta inútil e incluso pone en peligro a los elementos locales, y que quedan en la mira de los delincuentes quienes en ocasiones podrían buscar venganza en contra de quienes constantemente los arrestan.
La falta de denuncias contra estos individuos, provoca en ellos cierto cinismo al enfrentar a la ley: se comportan serenos, tranquilos, no oponen resistencia y esperan la sentencia del juez calificador. Saben que nadie los denunciará y que por lo tanto en cuestión de unas horas estarán de nuevo en las calles, buscando algún auto mal cerrado, vigilando algún negocio para saber a qué hora atacar, o acechando a algún distraído para robarle la cartera o el celular.
Y así, sin denuncia, El Chipe y varios más, seguirán en las calles paseando con total tranquilidad.